Hans Christian Andersen
Aunque su nombre nos transporta a cuentos de la infancia, fue un personaje excéntrico que temía a los niños y que ni siquiera se consideraba escritor de literatura infantil. Sus cuentos fueron el refugio donde ahogar las penas de una vida humilde que le dio un abuelo loco y una abuela prostituta, una madre alcohólica y un bondadoso padre zapatero que le abrió la imaginación contándole historias de las mil y una noches mientras estaquillaba suelas de zapatos ajenos.
Era poco agraciado y dicen que “El patito feo”, uno de sus primeros cuentos es un reflejo de su figura nariguda y desgarbada.
A los 14 años se fue a vivir solo a Copenhague donde pasó hambre y frío, hasta que con el apoyo de una beca dio el primer paso para asumir su vocación literaria, de donde surgieron más de 200 relatos, algunos traducidos a muchos idiomas como «La sirenita», «El traje nuevo del emperador» y «El soldadito de plomo», que le dieron el privilegio de ser reconocido como el autor de los cuentos clásicos de la literatura infantil.
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