Charles Dickens
La Inglaterra victoriana del auge de la revolución industrial, con su pobreza dolorosa, sus obreros maltratados, sus niños desamparados y sus aristócratas corruptos, quedó retratada en sus obras, una crítica feroz a la hipocresía de la moral burguesa. Dickens lo cuenta de primera mano porque lo vivió: su familia tuvo que vivir en una prisión cuando su padre fue encarcelado por deudas, y a los doce años le tocó trabajar diez horas al día en una fábrica de betún por un sueldo de hambre.
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